miércoles, 4 de agosto de 2010

Obdulio Díaz, mi padre

Papá eres lo más grande! Eres esa persona a la que todo le parece bien, la que no se cansa de trabajar para que su gente no pare de vivir, la que no te juzga por equivocarte. Eres esa persona que sabe ser el SuperMan de sus hijos, de su mujer, de sus nietos, de sus cuñados, de sus yernos, de sus amigos,… de todos. No sé porque hablo en presente, quizás porque para mí no te has ido…

Yo estoy aquí por una equivocación, esa es la realidad. Ya teníais la parejita y además criadita, pero llegué yo. Siempre lo has recordado así: “Si yo no me hubiera cogido la mano con la máquina de la fábrica tu no estarías aquí… Pero me alegro de que así fuera. Mi niña chica, la más guapa”. Esa era su frase, porque yo para mi padre siempre he sido la más guapa, la más lista, la que tiene el pelo más bonito,… la mejor. Quizás por mi carácter (yo siempre he sido y soy muy madrera) nunca hayas escuchado lo mucho que te quiero, pero sé que lo has sentido y con eso me sobra.

Con mi padre aprendí a andar, a nadar, a montar en bicicleta,… Con el vi por primera vez el mar, las palomas del parque de María Luisa, una cabalgata de reyes (que con 29 años aun disfruto). Me compró ese campo en el que he vivido los mejores momentos de mi vida y que a día de hoy es mi rinconcito de tranquilidad. Me proporcionó unos estudios completos, sin ni tan siquiera preocuparse por las que suspendí. Cuando yo hacía un examen (sobre todo de la facultad) siempre me preguntaba cómo me había salido, y si la respuesta era negativa (muchas veces lo fue) solo había una contestación: “No pasa nada, esa la apruebas tu. No te arrugues nunca, tu pa lante”. Nunca me exigió nada, y aun así, siempre fue un padre.

A mi padre le gustaba bailar, cantar, recitar…. En los últimos momentos de su vida recitaba su tan famosa “Me contaron las lenguas de doble filo…” El era unas castañuelas. No le daba vergüenza de nada. Hablaba con niños, jóvenes, mayores,… Siempre todos de igual a igual. Y por supuesto, no solo les hablaba sino que le plantaba dos besos cuando llegaban y cuando se iban. Mi padre era así.

En el mes de mayo de 2009 empezó lo que mi madre se olía desde hacía mucho tiempo. Le diagnosticaron un cáncer de pulmón inoperable el cual sabía que no iba a superar. Pero nunca lo dijo. Él quería ponerse bien. Pasó por el tratamiento común en estos casos, y fíjense como era que con lo que tenía en lo alto, aún tenía ganas de salir, de jugar su dominó, de tomarse su copita de manzanilla imperdonable, de coger las aceitunas de sus olivos, de cortar las tuyas con su manolo,… tenía ganas de seguir viviendo. Él lo pasaba peor por mi. El que me conoce sabe que soy una persona que no sabe fingir, no se cómo se hace, y se me nota todo en la cara. Para mí la enfermedad de mi padre ha sido un palo muy duro y yo no estaba bien. Y a pesar de disimular, Él lo sabía, y continuamente me preguntaba que me pasaba. No quería verme así, no quería verme mal. Yo le he cantado, le he contado chistes, le he mimado, le he besado, pero aun así… el lo sabía.

El 18 de mayo de este año mi padre cerró los ojos para siempre. Nos dejó. Dejó su campo, su dominó, sus quinielas,… dejo de vivir. Pero su presencia aun sigue con nosotros. Él siempre estará con nosotros.

Ya no vendrás a mi boda, ni conocerás a mis hijos, ni verás crecer a los más peques… te perderás no vivirás muchas cosas. Pero se que aunque no lo vivas, lo verás en directo, porque nunca nos abandonarás.

Mi padre murió con una sonrisa en la boca, porque siendo como él es no podía ser de otra manera.

Papá te quiero. Cuídanos!!!

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