miércoles, 15 de septiembre de 2010

Una risa prodigiosa

Este mes de Septiembre hace exactamente 2 años que murió mi amiga Caro. Cada día que pasa me acuerdo de ella. No puedo olvidarla, ni quiero. Ella se llevó más de un año en la batalla del cáncer y al final, con tan solo 27 años recién cumplidos, la perdió. Pero no solo ella, perdimos todos los que la queríamos. Perdimos su risa escandalosa y prodigiosa, sus ojos verdes vivarachos, su acento cordobé, su alegría, su felicidad,…

Su falta para mi ha sido traumática. Me dolió tanto no haber estado ahí en esos últimos momentos… Pero yo estaba segura que se iba a poner bien. Caro era una campeona, una luchadora,… Caro no podía morirse.

En los últimos meses de su agonía yo estaba trabajando mucho. Trabajaba todo el día y no tenía tiempo para nada. Salía súper tarde y, a parte, no estaba anímicamente bien. Para mi lo de Caro fue un palo gordo. Pero eso no es excusa. Reconozco que fui muy egoísta, quizás la más egoísta del mundo, pero me daba tanto miedo ir a verla y verla mal… Me daba tanto miedo preguntarle por las últimas pruebas,… Me daba tanto tanto miedo enfrentarme a eso. Cada día me arrepiento de no haber ido cada tarde a jugar “un culo” con ella en el hospital, o no haberle llevado un helaito de los que le gustaban, o un phoskito!!! Era tan simple como eso, pero no pude.

Cuando empeoró, recuerdo que la llamé por teléfono para ver como estaba y me pidió que no la llamara más, que no fuera a verla, que no quería ver a nadie. Que por favor se lo dijera a las niñas (las amigas). Yo la llamaba y nunca me cogía el teléfono, y un día mis amigas y yo decidimos presentarnos en el hospital. Ya estaba muy mal. No la pude ver, ella no quería que la viéramos, así que no me pude despedir de ella. Y eso es lo que más me duele. No pude pedirle perdón por mi egoísmo y mi cobardía. No pude.

Conociéndola como la conozco se que estará enfadadísima conmigo. Pero también se que se le olvidará. Caro era así de mosqueona, pero a la vez era muy generosa y se le olvidaba pronto. Y lo que no me cabe duda es que sabía que la quería, porque gracias a Dios se lo dije muchas veces.

Seguro que Caro ha llevado la alegría allí donde esté, y por supuesto, su risa mundialmente conocida. Yo me quedo con los momentos vividos y compartidos, que han sido muchísimos e inolvidables.

Canales, allí donde estés (que seguro que hay Internet, y tú estarás enganchadísima), que sepas que te quiero un puñao!!! Amiga, siempre estarás en mi corazón.... Siempre estarás conmigo.

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