Tiempo, eso es lo que ha pasado desde la última vez. Y en este tiempo mi vida es distinta. Yo soy distinta. Podría definirme a día de hoy como una mujer libre pero con fuertes cadenas de sentimientos que atan mis manos. Soy libre porque así lo elegí, pero aun llevo puestos esos grilletes que no me dejan moverme a mi antojo. Cadenas de sentimientos. Esos sentimientos que te hacen tener el estomago en continuo cangrejeo. Esos sentimientos que, por momentos, te hacen sentir tristeza y pena, te hacen sentirte incompleta.
Y todo porque un día te levantas y sientes que no eres feliz. Y tu alrededor es perfecto, pero no eres feliz. Entre otras cosas porque estás cansada, estás saturada de tirar, y tirar, y tirar de ese carro que pesa tanto. Y entonces, lo que te mantenía tirando durante 7 años se te olvida, se va… lo dejas de sentir. Y te armas de valor y dices hasta aquí. Pero con la esperanza de que ese sin sentido vuelva a tu vida perfectamente renovado.
Y así he estado durante un año. Tranquila. Tranquila y sin pena. Tranquila y esperando. Esperando más… Esperando otra vez.
Pero en el amor y en la guerra siempre juegan dos. Y es el otro el que un día se levanta con la lección aprendida, donde todo lo que tu has gritado, rogado, pedido y suplicado durante años ya está entendido. Y entonces, es perfecto, verdad? Pues no, no lo es. Sería perfecto si tú fueras la primera a quién dieran la oportunidad de intentar retomar lo que durante 7 años nos ha hecho crecer. Sería perfecto si apostarán por ti en primer lugar, porque lo mereces, por todo lo vivido y amado. Sería perfecto si no te pararas a pensar que el amor es cómo te lo cuentan (mariposas en el estomago) y no como lo sientes, como lo deseas. Sería perfecto si me hubieras dado la oportunidad de enamorarte. Si te hubiera dado la oportunidad de enamorarme.
Pero no, no es perfecto. Y eso hace que las esposas de la desilusión, de la decepción, de la tristeza y del rencor se claven más en tus manos. Y no puedas abrirlas. Y no puedas romperlas con nada. Se adhieren a ti siendo consciente que solo el tiempo es el único que permitirá aflojarlas, e incluso abrirlas.
Tiempo, aquí estoy. Aquí te espero, porque ya a día de hoy solo te espero a ti, solo quiero que seas tú el que me libere.